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martes, 19 de agosto de 2014

Mi cuadro manifiesto: "La fruta y el viejo. Tentación"

    Muchos movimientos artísticos de principios del siglo XX elaboraban un manifiesto en el que justificaban o cimentaban sus intenciones artísticas. El Manifiesto dadaísta de Tristan Tzara, el Manifiesto futurista de Filippo Tommaso Marinetti, el Manifiesto suprematista de Kasimir Malevich o el Manifiesto surrealista de André Bretón.
    En otras ocasiones un cuadro puede servir de manifiesto de un movimiento, como "Impresión. Sol naciente"  de Monet, "Las señoritas de Avignón" de Picasso, o "Primera acuarela abstracta"  de Kandinsky.

    Pues bien, mi cuadro manifiesto es este: "El viejo y la fruta. Tentación"  130 x 97 cm, Técnica mixta sobre arpillera y Papel Basic.



    Este cuadro lo pinté el último curso de la Facultad, para la materia de Creación pictórica, y surgió después de estar el primer trimestre sin pintar nada. No sabía qué hacer. No me apetecía seguir pintando modelos, quería empezar a crear algo  mío, algo propio, encontrar mi manera de expresarme.
    Así que iba todo el tiempo ideando qué hacer, no asistía a clase. Pero era el último curso y quería terminar la carrera, así que estaba pensando todo el tiempo, a cada instante...y de repente me fijé en los carteles arrancados de una pared, la textura que se producía, junto con los desconchones del muro. Ya tenía la técnica, ahora faltaba el motivo que pintar.
    Por aquel entonces leía El Mundo y el domingo se acompañaba de una revista semanal, y allí encontré un reportaje fotográfico sobre los mendigos de Madrid, y ahí fue donde encontré al "viejo", en blanco y negro, así que decidí dibujarlo con grafito sobre papel arrancado del lienzo. Pero...y qué poner en color. Quería hacer un "arte total", utilizar varios soportes a la vez, usar varias técnicas en un mismo cuadro y mezclar el dibujo con la pintura, el color con el blanco y negro, la línea con la mancha.
 
    Pensando y pensando no sabía qué pintar, y "vualá" dos páginas más adelante había un reportaje sobre fruta, y una foto muy colorista de manzanas de distintos tipos. Allí estaba el color de mi cuadro.
    Y el tema que unía ambas imágenes era la tentación: un mendigo y unas apetecibles manzanas. Ya podía empezar a trabajar.
    
    Comenzé por la tela que sería el soporte base, y escogí una de arpillera, muy texturada y la preparé con cola blanca, sulfato de cal y blanco de titanio, luego le dí unas capas de tierra sombra tostada. Primero pegué el papel, hice un encaje del dibujo y procedí a arrancar lo que me interesaba, con barras y lápices de grafito dibujé al viejo.
    El profesor de la materia era D. Antonio Zambrana, decano por entonces de la Facultad de Bellas Artes, y que asistía poco a clase. En una de las pocas ocasiones en que coincidimos, ya que yo iba más veces por la tarde que en horario de mañana, se acercó al cuadro, se retiró, se volvió a acercar y me dijo: "Te has quedao conmigo", yo no sabía por qué decía aquello, y me volvió a repetir: "Te has quedao conmigo, creía que era una fotocopia, pero lo estás dibujando a grafito y a mano alzada" . Lo cual lo tomé como un cumplido, parecía que le gustaba... En clase quien siempre estaba era Carmen Cano, que todo lo más que decía al ver mi cuadro era: "¡Qué bonito!". Esa fue toda la guía y orientación que tuve en la materia. Allí aprendiamos más unos de otros que del profesorado.
    Después pinté con temple a la cola y de manera muy suelta las manzanas. Pintaba por las mañanas y por las tardes, ya que la clase nos la dejaban abierta para poder trabajar en ella como si fuera un estudio.

    Estuve dos meses con el cuadro, no recuerdo cuántas horas le dediqué pero al final de curso sólo pinté este cuadro y otro de la Maestranza y Belmonte, que veremos otro día, y comenzé otro que años más tarde terminé. Obtuve un 10 en Creación pictórica, y alguna compañera le molestó mucho, decía que apenas venía a clase y que ella que no faltaba y había pintado muchos cuadros sólo sacó un 7. Ante este comentario sólo consiguió de mi el silencio, ¿Qué podía decirle?, apenas había visto a los profesores y sólo vieron de mí mi obra.

     Una de las anécdotas de este cuadro es cuando lo envié al XLVII Certamen Nacional de Pintura José Arpa, organizado por el Ayuntamiento de Carmona, fue seleccionado y cuando fui a verlo en la sala no estaba. Tenía la carta en la que me indicaban que me habían seleccionado, lo enseñé y me dijeron que cuando fueron a montar la exposición los cuadros no cabían, y sobre la marcha, los que estaban montando la muestra, dejaron unos cuantos cuadros sin colgar. Entre ellos, el mío.

     Tras enviarlo a distintos concursos, ahora está en el salón de mi casa  y no lo tengo en venta. Es mi cuadro manifiesto, el primero de una serie que sigue hasta hoy.


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